martes, 22 de febrero de 2011

El Aserradero

Fui despertado en el aserradero, sin ojo, por un hombre al que jamás había visto y me dijo: La puerta del aserradero solamente se abrirá cuando ya no seas útil para este lugar.
 Me dirigió hasta la mesa de trabajo donde tenía preparada una sierra eléctrica de disco. “Lo intentaremos primero con un par de dedos” comentó. Hábilmente me cortó el dedo índice y el cordial. Estallé en un ahogado grito al encontrar que la puerta seguía cerrada. Súbitamente escuché otro golpe seco y quedé absorto en dolor. La puerta se abrió al instante en que la mano de mi brazo fue desprendida por otro corte improviso. “Huye en mi motocicleta, lárgate” ordenó. Tomé las llaves, escapé y fui un hombre libre.
Ya en carretera una patrulla intentó detenerme.  Yo no me rehusé pero la moto sin frenos se rebeló.  Comenzó la persecución.  Abrió fuego ante la respuesta negativa y en mi pechó un par de balas incrustó. Caí al asfalto.
Fui despertado en el aserradero, sin ojo ni mano y el pecho vendado, por un hombre al que jamás había visto y me dijo: La puerta del aserradero solamente se abrirá cuando ya no seas útil para este lugar.